Los
trabajadores del semanario El Siglo asociados en su sindicato,
lamentamos profundamente tener que informar acerca del giro cada vez
más negativo que han tomado los hechos relativos a las relaciones
trabajadores-empresa.
Desde
la constitución de nuestro sindicato, el 9 de marzo pasado, se han
producido una serie de medidas de abierto rechazo y hostigamiento
contra nuestra organización sindical y sus integrantes por parte de la
empresa.
Se ha buscado por
todos los medios desprestigiar a nuestra organización y sus miembros,
en especial a sus dirigentes. Esto se ha realizado sin dar oportunidad
de responder y/o aclarar aquellas acusaciones que se propagan en
nuestra contra, la mayoría de ellas basadas en inexactitudes, como
también en abiertas falsedades, incluido el afirmar que los
trabajadores de El Siglo seríamos funcionarios del Partido Comunista de
Chile.
Cuando nos enteramos
de que vendría una ola de despidos, nos organizamos para defender el
derecho fundamental a ser desvinculados con los mínimos resguardos que
establece la precaria Ley del Trabajo, e incluso contribuimos a que los
dos primeros compañeros despedidos negociaran y obtuvieran una mínima
cobertura económica de parte de la empresa.
Esperábamos
que ese diálogo se mantuviera, pero con los siguientes exonerados no
hubo intención alguna de negociar nada y la empresa endureció su
posición, al punto de obligarles a recurrir a los Tribunales del
Trabajo con sendas demandas.
Los
intentos por retomar el diálogo fueron desechados por la empresa, con
la que se estableció una tregua, sin manifestaciones públicas nuestras
y sin nuevos despidos, que se extendió por tres semanas. Sin embargo,
voces amigas nos advirtieron de que vendrían nuevas represalias, pues
la empresa intentaba disolver el sindicato por medio de varias medidas.
Entre las primeras disposiciones presentó una objeción ante la
Dirección del Trabajo, sobre la legalidad del sindicato y nuestra
condición de trabajadores dependientes de ella, en particular del
presidente del sindicato, el compañero Julio Oliva. Se argumentó que
sólo prestábamos servicios externos al periódico y que no teníamos
relación de dependencia con la empresa, pese a que tenemos un promedio
de diez años de trabajo en ella.
La
Dirección del Trabajo falló recientemente a nuestro favor y nos
confirmó como trabajadores dependientes de esta empresa, ratificando
también la legalidad del sindicato.
Ante
la inminente medida de terminar con nuestra organización sindical
mediante la reducción de trabajadores asociados a ella, adoptamos la
iniciativa de presentar nuestra propuesta de negociación colectiva,
para enfrentar nuestra eventual desvinculación protegidos por el fuero
legal y poder alcanzar un acuerdo de despido en buenos términos para
todos.
Nuestra propuesta
consiste en un contrato colectivo que solicita aumento salarial
(nuestros sueldos están congelados desde el año 2.000), de los
aguinaldos, bonos de locomoción y colación, y el pago de una
indemnización, mucho menor a un mes por año de servicio, cuyo monto
difiere caso a caso de acuerdo a la antigüedad. Esta última parte es
absolutamente ínfima al monto que podrían alcanzar las multas que puede
sufrir la empresa por la no escrituración de los contratos y el no
haber pagado cotizaciones previsionales durante años. La propuesta se
presentó, como en toda negociación, para conversar con la empresa y
encontrar de común acuerdo la salida que menos perjudicara a las
partes, incluida la alternativa de aceptar que nos despidieran a todos,
contemplando el pago de indemnizaciones a negociar.
La
empresa rechazó la propuesta en todos sus puntos, e insistió en la
ilegalidad de nuestro sindicato y en que no éramos trabajadores
dependientes de ella.
La
Dirección del Trabajo rechazó la nueva presentación del empleador,
ratificó la legalidad del sindicato y la emplazó a responder nuestro
petitorio en tiempo y forma acorde a lo establecido por la ley, en el
marco de la negociación colectiva. Plazo que se cumple por estos días y
en el cual tampoco hemos percibido voluntad de dialogar, lo que traerá
aparejada una serie de graves multas.
Cinco
días antes de conocerse esta resolución, y en medio de la negociación
colectiva, fueron notificados verbalmente los compañeros Julio Oliva y
Raúl Blanchet, presidente y secretario del sindicato respectivamente,
de que serían despedidos. La notificación verbal se produjo al mismo
tiempo en que se nos daba a conocer la respuesta negativa de la empresa
al petitorio y la ya mencionada presentación hecha por el empleador
ante la Dirección del Trabajo.
Tras
la información verbal de nuestra desvinculación laboral, acudimos a la
Inspección y estampamos la denuncia por haber sido despedidos durante
el proceso de negociación colectiva, lo que es ilegal pues como se
sabe, todos los socios del sindicato estamos protegidos por fuero
durante el período de negociación.
La
Inspección del Trabajo ordenó nuestro inmediato reintegro a las labores
y la empresa firmó un acta ante la autoridad comprometiéndose a
reincorporarnos en las mismas labores que desempeñábamos al ser
notificados. Sin embargo sólo a uno de los reincorporados se le dio
trabajo normal. Al segundo se le asignó algo muy vago y fue desplazado
de su lugar habitual de trabajo. El computador en que realizaba sus
labores fue cambiado de lugar y finalmente retirado de las dependencias
en que funciona la empresa, como lo hicieron con el computador
estratégico en la producción del medio, lo que impidió definitivamente
que el trabajador pudiera concluir su labor iniciada los días
anteriores. Al concluir la jornada, tal como lo hicieron en la semana
en que se comunicó la separación de funciones, se dejaron sin publicar
las crónicas asignadas a los despedidos ilegalmente.
Los
actos hostiles en contra de nuestros socios son mucho más numerosos que
los relatados. Hemos intentado resumir los más notorios, para ilustrar
la descripción del momento que vivimos y el conflicto que enfrentamos.
Resulta
amargo constatar que, una empresa inspirada en la conquista y defensa
de los derechos de los más desprotegidos de la sociedad, y muy
especialmente de los trabajadores, actúe igual o peor que todos los
empleadores en contra de sus trabajadores cuando organizan sindicatos e
intentan negociar mejoras a sus condiciones laborales. Lo que resulta
más grave aún, cuando se recurre a prácticas antisindicales, iguales a
las que denunciamos número a número en las páginas de nuestro semanario.
Por
otro lado, queremos dar nuestro más fraternal agradecimiento a quienes,
a pesar de la campaña de difamación en nuestra contra, asistieron o
enviaron sus saludos de solidaridad al acto de aniversario de El Siglo
que organizamos los trabajadores el jueves 30 de agosto.
Por el Sindicato de Trabajadores de Editorial Siglo XXI (Semanario El Siglo)
Julio Oliva García, Presidente.
Raúl Blanchet Muñoz, Secretario.
Ana Muga Sáez, Comisión Negociadora.
Jorge Texier Avellaira
Magdalena Muñoz Gutiérrez
Eliana Gómez Sáez
Jorge Zúñiga San Martín
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